El proceso, cuyo calendario se concretará la próxima semana, prevé unas rondas eliminatorias en las que votan los diputados conservadores y una última fase en la que interviene la militancia
La carrera por la sucesión en el Partido Conservador británico ha arrancado formalmente, con el cadáver político de Boris Johnson todavía en el número 10 de Downing Street como funesto recordatorio para aquellos tentados por el cáliz del poder. El regicidio tiende a ocupar el epílogo en las biografías de los mandatarios tories, pero el hechizo que desprende la residencia oficial continúa ejerciendo su influjo en una miríada de candidatos que se preparan para una batalla cainita que, en última instancia, decidirá la militancia conservadora.
La próxima semana el denominado Comité 1922 (que reúne a todos los diputados conservadores que no forman parte del Gabinete) concretará tanto el calendario, como los detalles de la contienda, pero el objetivo es que el próximo líder resulte elegido a principios de septiembre. La primera fase de la elección no tiene reglas fijas: estas son preparadas por el Comité 1922 y se presentan antes de la votación. A priori, los aspirantes deben recabar el apoyo de al menos ocho diputados y se someterán a sucesivas rondas eliminatorias en el grupo parlamentario, de las que finalmente quedarán dos. De este dúo, los entre 100.000 y 200.000 miembros del Partido Conservador (nunca se ha confirmado la cifra real) elegirán al primer ministro de un país de casi 68 millones de habitantes.
Los primeros que han confirmado sus ambiciones se dan ya por descartados, como la fiscal general, Suella Braveman; o el correoso diputado Steve Baker, azote de los tres primeros ministros conservadores del siglo XXI (David Cameron, Theresa May y Boris Johnson). Tampoco se puede descartar un mirlo blanco, desconocido para el gran público, como ocurrió en 2005 con David Cameron. En el caso actual, Tom Tugendhat, representante de los moderados agrupados bajo el paraguas One Nation (un grupo que reúne a medio centenar de parlamentarios), posee las credenciales, pero la pugna estará dominada por miembros del Ejecutivo, actuales o pasados.
Wallace es el favorito de la militancia, según la página web ConservativeHome, un baremo imprescindible para conocer las sensaciones del Partido Conservador; mientras Sunak, recientemente considerado tocado y casi hundido, es el único de los siete conservadores planteados que vencería al líder laborista, Keir Starmer, en un sondeo realizado en las últimas horas.
Los demás aspirantes son una miscelánea de sospechosos habituales y promesas recientes. En la lista se da por seguro a Sajid Javid, hasta el martes titular de Sanidad y hasta febrero de 2020 ministro de Finanzas, un cargo del que había dimitido ya por la injerencia de Johnson en su gabinete. Sus dos renuncias han reforzado sus credenciales de honestidad, un rasgo beneficioso en contraposición con la laxitud de Johnson; y a Liz Truss, responsable de Exteriores desde septiembre y hasta hace poco favorita de la militancia, debido a su liberalismo extremo y el desdén por el intervencionismo estatal.
Entre las figuras que han sobresalido en los últimos tiempos está el ministro de Finanzas desde el martes, Nadhim Zahawi, cuya carta pidiéndole a Johnson que abandonase constituyó una de las palancas que sentenció el futuro del premier. Llegado al Reino Unido como refugiado iraquí con 10 años, sin hablar inglés, representa la historia de superación que siempre ayuda en política, y su gestión del programa de vacunación durante la pandemia le ha dado un halo de competencia muy necesario tras la caótica gestión de su jefe.
También se prevé que concurra Penny Mordaunt, cuya máxima responsabilidad política había sido ser la primera mujer al frente de Defensa (lo hizo en 2019). Y no hay sucesión entre los conservadores que no incluya en las quinielas al veterano Michael Gove, el incombustible ministro de casi todo que ha quedado, en esta crisis, como el único al que Johnson se atrevió a despedir durante la cascada de dimisiones que acabarían desencadenando su trágico final.
Fuente: elpais.com