Los países que reprimen o politizan su sistema judicial son más propensos a caer en las situaciones de inestabilidad. Eso está ocurriendo en América Latina
La vicepresidenta argentina Cristina Kirchner saluda a sus seguidores fuera del Congreso Nacional, después de dar un discurso defendiéndose de las acusaciones de corrupción en su contra, el 23 de agosto (Reuters)

La reciente crisis generada por las acusaciones que fiscales argentinos hicieron en contra de la vicepresidenta de ArgentinaCristina Kirchner, -de ser la cabeza de una asociación ilegal que se beneficiaba de contratos para obras públicas que su gobierno gestionaba- tiene repercusiones nacionales e internacionales.

La reacción de Kirchner al pedido de la fiscalía de una pena de 12 años de cárcel para la ella y su inhabilitación de cualquier cargo público en el futuro no se hizo esperar.

A las pocas horas del anuncio de la fiscalía, ella pronunció un discurso a la nación deslegitimando el proceso alegando que la acusación es persecución política. También agregó que este es un ataque no solo contra ella sino contra todos los que la apoyan y todo el movimiento peronista. “Este es un juicio contra un gobierno popular y nacionalista, contra los que luchan por obras públicas, mejores pensiones y mejores salarios”.

Acto seguido se inició una movilización masiva y grandes manifestaciones en apoyo de la vicepresidente. Asimismo, quinientos alcaldes de ciudades y condados firmaron una carta de apoyo a Kirchner donde aseguran que el juicio es un mecanismo destinado a sacarla para siempre de la vida pública. La Facultad de Humanidades (Filosofía y Letras) de la Universidad de Buenos Aires denunció una “persecución contra el vicepresidente”. Todos repitieron el mismo argumento planteado por la señora Kirchner.

En otras palabras, Kirchner recurrió a un llamado popular y a la opinión pública para deslegitimar las instituciones judiciales del Estado que son, al menos formalmente la encarnación de la democracia y el constitucionalismo. La división de poderes y la independencia del Poder Judicial es crucial en cualquier régimen democrático. Kirchner llamó al sistema legal “El Partido Judicial”, implicando abiertamente que el poder judicial es otro partido político de oposición que es tan desestabilizador y traidor como lo fue alguna vez el “Partido militar”. durante el turbulento pasado autoritario argentino.

No es la primera vez que Kirchner muestra preocupación y temor por el poder judicial.

Cuando el actual presidente argentino Alberto Fernández tomó las riendas del gobierno en 2019, procedió a acusar al Poder Judicial de perseguir a Kirchner y lanzar una guerra judicial (lawfare) en su contra. Asimismo, el presidente Fernández impulsó una reforma judicial encaminada a aumentar el número de jueces. También se destituyeron tres jueces que estaban involucrados en casos contra Kirchner. Sin duda, esta práctica no es nueva en Argentina, ya que el difunto expresidente Carlos Menem también amplió el número de miembros de la Corte Suprema para protegerse de investigaciones desagradables. Asimismo, Menem destituyó a jueces y fiscales que consideraba demasiado peligrosos para él. Precisamente por esto las manipulaciones de Fernández son inexcusables.

De hecho, la vicepresidente fue absuelto en tres diferentes casos antes de que comenzaran los procedimientos.

Pero los eventos que ocurren en la Argentina son relevantes más allá de sus fronteras

La reacción internacional a la crisis actual argentina

Varios líderes regionales emitieron un comunicado de apoyo a la señora Kirchner. Como era de esperar, el Sr. Fernández junto con el presidente mexicano Andrés López Obrador, el presidente boliviano Luis Arce y el presidente colombiano Gustavo Petro emitieron una declaración conjunta en la que declaran que la acusación de la Sra. Kirchner es una “persecución injustificada” contra Kirchner. Repudian a los fiscales argentinos argumentando que su acción contra la vicepresidenta está motivada por su deseo de expulsarla “de la vida pública, política y electoral y enterrar los valores e ideas que ella representa para imponer un régimen (económico) neoliberal”. La carta exige respeto por un informe del relator especial de las Naciones Unidas del 2019 que cuestionó la independencia de los jueces argentinos involucrados en los casos legales contra la vicepresidente.

Este extraño documento citado, influido por un espíritu tercermundista, afirma que la justicia argentina intenta socavar al gobierno argentino lo cual aviva la perene duda que cuestiona la objetividad de ese organismo internacional llamado Naciones Unidas

También es asombroso que López Obrador, quien insistía en el principio de la no intromisión en los asuntos internos de otros países, particularmente en Venezuela, ahora se inmiscuye en los asuntos internos de otra nación soberana. Lo que molesta a López Obrador es que se cuestiona a otro líder populista de izquierda. De esto podemos ver que Gustavo Petro sigue el mismo camino. Si alguien se hacía la ilusión de que Petro iba a ser pragmático y leal al sistema democrático que le permitió llegar a la presidencia, se va a llevar una decepción. Lo más probable es que Petro juegue un papel negativo en la región y en contra del espíritu de la carta democrática de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Curiosamente, Kirchner también recibió el respaldo del líder de la extrema izquierda francesa, Jean Luc MelenchónMelenchón aboga por una retirada francesa de la OTAN y acusó a la organización transatlántica de intentar anexar Ucrania a Occidente y responsabilizó a la alianza por la invasión rusa de Ucrania.

Pablo Iglesias, el fundador del partido de extrema izquierda español “Podemos” y un firme partidario del régimen venezolano e Irán viajó a Argentina para expresar en persona su apoyo a la vicepresidenta.

Así Kirchner se ha convertido en un símbolo internacional de lucha contra la democracia liberal.

Hay otro punto que no es menos grave. De hecho, se debe presumir la inocencia de cualquier persona hasta que se pruebe su culpabilidad. Este principio también debe aplicarse a la señora Kirchner y al resto de los imputados. Sin embargo, los ataques contra el poder judicial, la movilización de masas en apoyo a la vicepresidenta y en contra del poder judicial, la manipulación de jueces y otras medidas invitan a la multiplicación de actos de corrupción. Además, cuando estas medidas se convierten en modelos a seguir o son apoyadas por líderes de otros países, se convierte en un peligroso problema de seguridad internacional. Los terroristas y los narcotraficantes están mirando, y ciertamente saben cómo aprovechar la corrupción, la ilegalidad y el caos del gobierno.

La anarquía y el desorden en países como VenezuelaMéxico y la mayor parte de América Central existen con gran intensidad. Actores no estatales, particularmente narcotráfico y organizaciones criminales han avanzado sobre los estados (en casos como el venezolano con complicidad del mismo gobierno). En el caso específico de Argentina, sería cuestión de tiempo hasta que se llegue a ese punto si el imperio de la ley no se impone. Su débil estructura legal ya ha provocado dos grandes ataques terroristas y la misteriosa muerte de un fiscal en las dos últimas décadas (y gobiernos altamente represivos en un pasado un tanto más lejano).

Ninguno de los crímenes mencionados fue resuelto. Argentina podría enfrentar un gran crecimiento del crimen organizado. Los grandes cárteles aún no existen en Argentina, pero el crimen organizado ya tiene presencia. El crimen organizado y la violencia avanzan mientras el Estado retrocede en América Latina como señaló Paula Romo, exministra del gabinete ecuatoriano. Los países que reprimen o politizan su sistema judicial son más propensos a caer en las situaciones de inestabilidad ya señaladas. Si el sistema argentino continúa atacando o saboteando la independencia judicial, no se espera más que anarquía, crimen y violencia que convulsionará aún más el continente.

Fuente: Infobae.com

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