Llegar al límite de nuestras fuerzas; no poder con nada. Sentir que todo el peso del mundo cae sobre nuestras espaldas o que ya cuesta hasta pensar, recordar y tomar decisiones. Experimentar todo esto es lo que sucede cuando sufrimos un colapso mental, un estado cuyo origen está en un estrés intenso mantenido en el tiempo.
El agotamiento físico y emocional es una constante en el actual momento. No solo sentimos mayor presión en el ámbito laboral. Es más, si hay algo evidente es que el ovillo de las preocupaciones es cada vez más grande y, a su vez, nuestro estado de ánimo más débil. Por eso, nos vemos sometidos en un estado psicológico debilitante que, más tarde, causará efectos en la salud.
Decía Pablo Neruda que, a veces, hasta nos cansamos de ser personas. Tal vez sea cierto, porque el ser humano se integra en escenarios cada vez más complejos y demandantes que luego pasan factura. Y si bien es común sentirnos bloqueados y colapsados, es necesario saber por qué se origina esto para aprender a manejarlo.
Colapso mental: ¿qué es y qué síntomas presenta?
El colapso mental no es un trastorno por sí mismo, ni una entidad clínica diagnosticable. Estamos ante un síntoma ocasionado por un estado de estrés intenso. De este modo, ocurre ante experiencias adversas, como tras recibir una mala noticia, vivir hechos traumáticos, atravesar rupturas afectivas, etcétera.
En otras palabras, se trata de una realidad psicológica que acontece tras una vivencia de alta carga emocional. Como lo expone un estudio realizado por la Universidad de Leipzig en Alemania, «el colapso mental se relaciona con el estrés elevado, y su principal consecuencia es la sensación de agotamiento físico y psicológico».
En dichos estados se libera un exceso de neuroquímicos, como la adrenalina o el cortisol, que pueden llevarnos a una situación de sobrecarga. Esa acumulación de emociones, sensaciones y alteraciones psicofisiológicas terminan afectando a nuestro rendimiento cognitivo (pensamientos) y nuestra resistencia física.
Síntomas asociados al colapso mental
Hay quien llama colapso mental a una crisis nerviosa, pero en realidad no es lo mismo. Mientras en la segunda suele haber una exteriorización de los síntomas y una manifestación de agobio, de intensidad emocional y nerviosismo, en el primero lo que vemos básicamente es un bloqueo. A continuación, profundizamos un poco más.
Síntomas psicológicos
- Problemas para centrar la atención.
- Dificultad para razonar, la persona percibe una especie de bruma mental.
- Fallos de memoria.
- Sensación de irrealidad, como si aquello que le rodeara no fuera del todo real.
- Aparecen cambios de humor, pero es común sobre todo sentir irritabilidad o apatía.
- No poder llevar a cabo las tareas diarias con normalidad. Falta la motivación, las ganas, el poder focalizarse en lo que se está haciendo.
Síntomas físicos
Los síntomas físicos asociados al colapso mental son múltiples. No obstante, su intensidad será mayor cuanto más tiempo llevemos experimentando estrés. Por término medio, las manifestaciones asociadas son las siguientes:
- Agotamiento constante, sensación de no poder reaccionar ante las cosas aunque lo intentemos.
- Dolor muscular, en especial en las extremidades.
- Aparecen alteraciones del sueño (podemos sufrir insomnio o, por contra, dormir en exceso).
- Asimismo, puede aparecer presión en el pecho o taquicardias.
- Mareos.
- Cefaleas.
- Sensación de que nos movemos más despacio de lo normal.
¿Cómo podemos manejar los colapsos mentales?
¿Hay algún tratamiento para los colapsos mentales? En realidad no hay uno. Estas condiciones psicológicas necesitan una estrategia de afrontamiento multidimensional. Analizamos por tanto alguna de esas claves.
Técnica de inoculación del estrés
Este enfoque parte del modelo de afrontamiento de estrés de Lazarus y Folkman. Consiste en aplicar una serie de herramientas que tendrán como objetivo inocular el estrés poco a poco. Para ello, debemos desarrollar una serie de habilidades cuyo objetivo es crear nuevos patrones de pensamiento saludables y, a su vez, reducir las emociones ansiógenas.
Los pasos abarcan lo siguiente:
- Reestructuración cognitiva: identificar pensamientos negativos y obsesivos, y sustituirlos por otros más saludables.
- Aplicar estrategias de relajación, como la respiración profunda.
- Iniciar nuevos cambios en nuestras rutinas para gestionar ese estrés. Nos podemos preguntar qué cambios necesitamos para sentirnos mejor. A veces, el bienestar se alcanza alejándonos de ciertas situaciones e iniciando proyectos nuevos.
- Aprender adecuadas técnicas de gestión emocional.
Técnicas de resolución de problemas
Este dato es interesante: gran parte del origen de los colapsos mentales proceden del exceso de problemas que no afrontamos. Casi sin saber cómo, una cosa se mezcla con la otra; no sabemos qué hacer con unas y, al cabo de un tiempo, todo se acumula.
Luego de esto, aparece el agobio, la sobrecarga y el bloqueo. Ante estas situaciones tan comunes, es adecuado aprender una serie de habilidades. A continuación, detallamos algunos pasos.
- Identificar el problema y describirlo.
- Dividirlo en partes más pequeñas. Al fin y al cabo, toda preocupación o desafío está hecho de varias unidades.
- Clarificar qué queremos conseguir.
- Coger una hoja y papel, y plantear soluciones. No podemos quedarnos con solo una, lo idóneo es anotar varias estrategias.
- Aplicar las soluciones.
- Valorarlo, ¿nos ha dado el resultado esperado?
- Gestionar las emociones implicadas en cada etapa.
Podemos afrontar los colapsos mentales
Debemos tener presente que, en tiempos de crisis e incertidumbres, es muy común sufrir colapsos mentales. Dedicarnos tiempo, atender nuestras necesidades e incluir adecuadas técnicas de afrontamiento del estrés puede ayudarnos.
Por supuesto, si no conseguimos manejarlo, lo mejor es buscar ayuda profesional. Una consulta con un psicólogo profesional resulta clave a la hora de conocer otras estrategias para controlar este problema.
(Mejor con salud)