La primera línea del frente en la guerra que libra Francia contra la COVID-19 está exhausta en el peor de los momentos: cuando el país recibe de lleno la segunda ola de la pandemia, registrando récords de contagios diarios (más de 30.000 nuevas infecciones el jueves). En este contexto, miles de miembros del personal sanitario se echaron el jueves a las calles para lanzar un grito de auxilio:

«Todos estamos muy, muy cansados. Estamos al borde del colapso… con los nervios a flor de piel. No estamos bien», lamentaba un manifestación.

«Es horrible. Nos falta personal en todas partes. Nos faltan recursos… estamos trabajando en condiciones deplorables», añadía otro.

Durante años, el personal sanitario francés han denunciado la paulatina deterioración de sus condiciones de trabajo y una la falta crónica de inversiones. Afirman que las promesas del Gobierno de inyectar 8.000 millones de euros en el sector no son suficientes y advierten de una posible derrota ante la segunda ola de la pandemia.

«Mi cuerpo se rindió. Mi cabeza, bueno, tendré que arreglarla. He visto enfermar a colegas… y al final escuchamos al Gobierno decir que volvamos, que confían en nosotros… pues tendrá que se sin mí», sentenciaba un tercer manifestante.

El Gobierno francés ha impuesto toques de queda en París y en otras ocho grandes ciudades en un intento de reducir el número de nuevas infecciones diarias y de admisiones hospitalarias.

«El problema esta vez es el rebrote de la epidemia en invierno, cuando tenemos un gran número de pacientes que son hospitalizados por enfermedades respiratorias o cardíacas crónicas, virus estacionales o gripe. Y también que, en general, en los meses de diciembre, enero y febrero, estamos en un punto de saturación de camas, independiente de la Covid-19», explica el doctor Bruno Megarbane, Jefe de Cuidados Médicos Intensivos del Hospital Lariboisière.

El Presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que el país estaba en «guerra» contra el coronavirus el pasado mes de marzo. Quienes están en el frente se preguntan cuánto tiempo tendrán que seguir luchando sin tener los medios que estiman necesarios.

Al malestar del personal sanitario se suma la polémica que envuelve al ministro de Sanidad y otros políticos (incluido el ex primer ministro, Éduard Philippe) que están siendo investigado por la gestión de la pandemia. Por el momento, ninguno ha sido imputado. La Justicia quiere saber si tuvieron conocimiento de medidas sanitarias adecuadas a tiempo (como la conveniencia del uso de mascarillas) y no las divulgaron o incluso las negaron debido a una falta de material.

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