En el tiempo de Cuaresma, los creyentes católicos buscan su conversión y un fortalecimiento de su fe para poder enfrentar los obstáculos de la vida
Quienes buscan un tiempo de conversión, para abandonar malas conductas, trabajan en sus errores durante 40 días, que componen la Cuaresma, el tiempo litúrgico de la reconciliación, que permite a los creyentes, en su fe católica, prepararse para la Pascua, cuando se conmemora la resurrección de Jesucristo.
Los 40 días de conversión recuerdan la lucha de Jesucristo, el hijo encarnado de Dios, en el desierto. Allí, según la Biblia católica, enfrentó con valentía las tentaciones de Satanás. Pasó todos los días y noches ayunando y, en su cuerpo humano, sintió hambre. Entonces, esa figura diabólica lo retó: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”, se lee en el evangelio de Mateo, del texto sagrado.
Jesucristo no se dejó convencer: “Escrito está: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios”, dijo. Fue así como superó varias pruebas en medio del desierto, que ponía al límite su cuerpo, su mente y su espiritualidad.
Cristo pasó 40 días en el desierto, siendo tentado por Satanás – crédito Pixabaynull
Por eso, en el tiempo de Cuaresma se invita a todos en el mundo a luchar como lo hizo Jesús y, en esa medida, lograr sobreponerse a los obstáculos y tentaciones del mundo, como por ejemplo, el dinero y el poder.
Se acerca la Semana Santa, el tiempo litúrgico en el que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, y con ella, el anhelo de muchos de reparar lo roto, cambiar y fortalecerse para evitar caer en malos pasos.
Salmo 91: 1-16 – El Señor es nuestro refugio
El que habita al abrigo del Altísimo,
descansará a la sombra del Todopoderoso.
Yo digo al Señor: “Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío”.
Solo él puede librarte
de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas,
pues te cubrirá con sus plumas
y bajo sus alas hallarás refugio.
Su verdad será tu escudo y tu baluarte.
No temerás el terror de la noche
ni la flecha que vuela de día
ni la plaga que acecha en las sombras
ni la peste que destruye a mediodía.
Podrán caer a tu lado mil
y diez mil a tu derecha,
pero a ti no te afectará.
No tendrás más que abrir bien los ojos
para ver a los impíos recibir su merecido.
Ya que has puesto al Señor por tu refugio,
al Altísimo por tu protección,
ningún mal habrá de sobrevenirte,
ningún desastre llegará a tu hogar.
Porque él ordenará que sus ángeles
te protejan en todos tus caminos.
Con sus propias manos te sostendrán
para que no tropieces con piedra alguna.
Aplastarás al león y a la víbora;
hollarás al cachorro de león y a la serpiente.
Yo lo libraré, porque él me ama;
lo protegeré, porque conoce mi nombre.
Él me invocará y yo le responderé;
estaré con él en momentos de angustia,
lo libraré y lo llenaré de honores.
Lo colmaré con muchos años de vida
y le haré gozar de mi salvación